La nueva tarifa eléctrica en la que pagamos precios distintos por la electricidad consumida cada hora y que se impondrá a todos los consumidores con precios regulados (TUR) a medida que se implementen los nuevos contadores digitales, está generando todo tipo críticas, especialmente para los consumidores. Estas se centran especialmente en desconocer que es lo que se va a pagar por cada kilowatio consumido, y que por ejemplo, como ha ocurrido a finales de verano nos encontremos con importantes subidas cuando ya tenemos el recibo en nuestras manos.

Para paliar este “desconcierto” la mayoría de las grandes operadoras de gas y electricidad están ofreciendo tarifas planas, que con algunas diferencias, ofrecen pagar siempre lo mismo mes a mes. Siempre conocer anticipadamente los gastos es positivo, pero en este caso existen también otros puntos que no lo son tanto.

Controlar el gasto y las diferencias de consumo

Lo principal es diferenciar este tipo de tarifas planas con otras que más comúnmente muchos consumidores contratan para otros servicios como las de telefonía. En este caso, si tenemos por ejemplo llamadas ilimitadas contratadas a un precio prefijado, pagaremos lo mismo por ello, hagamos 10 o 1.000 llamadas, pero en las de electricidad o gas no funcionan igual, no pagamos lo mismo si consumimos 10.000 o 20.000 kw, aunque en apariencia lo parezca.

En estas tarifas se calcula cual es nuestro consumo anual estimado, basándonos en lo gastado en el año anterior. Se establece con ello un tramo de gasto o un importe fijo y se distribuye a lo largo del año. Pero en muchos casos nos encontraremos con diferencia, tanto si gastamos menos como especialmente si gastamos más. En el primer caso, estamos anticipando dinero a la compañía eléctrica, el cual nos devolverá a fin de año, cuando se recalcule de nuevo la tarifa a pagar, restándolo de las siguiente factura. Si hemos gastado de más, lo pagaremos, lo cual puede suponer un buen susto para el cliente a la hora de regularizarlo, ya lo hagamos de golpe a fin de año o lo distribuyamos, tal y como lo permiten algunas compañías, mes a mes, en el ejercicio siguiente.

Poniendo un ejemplo, contratamos un consumo de electricidad equivalente a 1.200 euros al año y lo distribuyen en 12 cuotas de 100 euros al mes, pero a final de año nuestro consumo ha sido de 1.440 euros, con lo que nos quedan 240 euros que tenemos que abonar el último mes junto a los 100 de cuota mensual. Si tenemos la opción de distribuirlos dentro de los 12 meses siguientes supondrá pagar otros 20 euros por el desfase cada mes, pero como se recalcula la tarifa sobre lo gastado no se sumará a los 100 euros de cuota inicial si no a una nueva cuota mensual de 120 euros (1.440/12 meses), con lo que nos encontramos con una subida más que importante en nuestra tarifa, que si reducimos el consumo, nada tiene que ver con lo que gastemos en realidad.

Otras compañías establecen un tramo de gasto y si nos excedemos se penaliza con un kilowatio mucho más caro, con lo que además de pagar el exceso lo hacemos de forma no proporcional.

Por todo ello controlar el gasto es más que importante y lo es mucho más difícil si tenemos en cuenta que en los meses de tarifa plana no estamos relacionándolo con su gasto real. La compañía eléctrica siempre nos pasará datos del consumo real, que hay que analizar y comparar, pero es mucho más sencillo ahorrar si tras usar por ejemplo mucho el aire acondicionado o la calefacción un mes vemos que supone una subida en la factura que si pagamos lo mismo a pesar de tener nuestro termostato a más de 25 grados.

Con todo ello, es complicado que el cliente encuentre ahorros, tan sólo notará que en meses de gran consumo paga menos pero a costa de pagar más en los de más valle, y su no control puede conllevar a un desequilibrio en nuestro presupuesto familiar presente y futuro.

Fuente: Cincodias.com